-Alerta Spoiler: esta
entrada desvela una "cosita" sobre la trama de "La casa de Albián"-
Cuando terminé La
casa de Albián, con una ilusión tremenda, tuve después mucho miedo.
Había escrito una
historia, para mí, buena, entretenida, con giros en la trama bastante hilados,
con protagonistas achuchables y con
malos odiosos. Había creado un mundo enorme, con doce linajes y una intrincada
tensión territorial, una religión, un pasado lleno de secretos... Todo muy a lo
grande. Pero seguía teniendo miedo.
Leí la novela varias veces una vez terminada y pensaba
que era un buen inicio para una saga, que merecería la pena el esfuerzo, que
podría gustar..., pero había una cosa… una
cosita que me hacía pensar que la mayoría de los lectores iban a encontrar
raro el libro, que no lo iban a aceptar, ni les iba a enganchar, que
directamente no iban a empatizar.
Y la novela salió.
Previamente algunos amigos y familiares la leyeron, y alguno me dijo que “a ver
que pasaba con esa cosita, que era arriesgado”. Sin embargo,
la novela empezó a llegar a los lectores, conocidos y desconocidos, y empezaron
a llegar los comentarios y las reseñas.
Que enganchaba un
montón, me decían. Que los personajes era atractivos, que la trama estaba bien montada, que no lo podían dejar, que enhorabuena...
Y yo siempre escuchaba
con los ojos entre cerrados, tapándome la cara con los brazos como quien espera
un golpe. Esperaba un comentario negativo sobre aquella cosita. Una frase fría que sonara a crítica y a desapego…
Pero el golpe no llegaba.
Y seguían llegando
reseñas, y no se comentaba nada de la cosita.
Y tras decenas de conversaciones sobre el libro me di cuenta de que mi miedo
había sido y era una gilipollez y que yo le estaba dando mucha más importancia
que la que le daban los demás, pues todos trataban esa cosita como algo totalmente normal.
Y es que esa cosita consiste (SPOILER, aviso) en que los dos
protagonistas son chicos y entre ellos surge algo más que amistad. Y mucha
gente leerá esta frase y dirá “qué tontería”, sobre todo después de lo de P. A. (Que parece que en Junio nos ponemos todos a reflexionar de lo mismo).
Pues no os podéis
imaginar la de vueltas que le di al asunto de la publicación del libro, analizando las posibles situaciones
que podrían darse, los comentarios, el desinterés... Me pasaba el día como si
yo fuera Dr. Strange y tratara de vislumbrar miles de posibles futuros. Pero
nunca me imaginé un futuro “ausente de reacción”.
Porque la realidad
ha sido esa, que nadie le ha dado más importancia que la que tiene, y que todo
el mundo se ha centrado en los grandes hitos fantásticos de la trama.
De esto saco dos conclusiones
principalmente, aunque podría sacar muchas más.
La primera es que
el principal censor he sido yo. Y supongo que no seré el único al que le pase esto.
Pero siempre que miro atrás pienso en lo que me costó aceptarme y en que, aunque
ahora viva una vida plena, los resquicios de aquellos primeros 21 años de vida
tratando de entender algo que no encajaba en la sociedad me marcaron.
La segunda es que
no es tan importante. Yo soy de la opinión de que en cuanto a tolerancia y
aceptación la sociedad aún tiene que seguir evolucionando. La meta es un
entorno social en el que para desarrollarte como adulto no tengas que rechazar
una realidad asumida durante la infancia como "normal" para aceptar
una realidad "nueva". Que cuando un niño nazca se crie en una
realidad directamente inclusiva, es decir, que el concepto salir del armario
desaparezca, que no haya armario.
Cuando decidí que
la historia de Gaël y Jeorhos se iba a quedar, además como principal, también
me surgió otro planteamiento. Una amiga me dijo que ya que creaba un mundo
nuevo, con las reglas que yo quería, por qué no un mundo donde todos esos tabúes
no existieran. Pensé que era una opción interesante, pero decidí que no. Porque
es más facil retratar una realidad que aún vivimos y empatizar con ella que
desarrollar una utopía que podría llegar a ser decepcionante una vez cierras el
libro.
Así que nada… creo
que es la primera vez que reflexiono sobre esto por escrito y
no quería dejar pasar la oportunidad en este mes que tanto me gusta, por la
libertad que para mí representa.
Me alegro de haber
escrito esta historia, ya que me ha ayudado a seguir sorteando piedras que yo mismo me tiré una vez en el
camino.
***
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La Casa de Albián(Los doce hijos -I-)
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tus impresiones, Javi.
La temática es la punta del icerberg de un debate que no solo no tiene fin, sino que no debería tenerlo jamás. Es importante deconstruirnos para seguir creándonos, tanto en la realidad como en nuestra propia ficción.
Un abrazo,
Tonio
Gracias Tonio, se agradecen siempre los comentarios. Hacen que lo que escribo se vuelva real y no un grito al aire. Desde luego que es un debate infinito, y muy muy difícil hacérselo entender a quien no lo ha pasado. Mucha gente tremendamente tolerante tiende a simplificar las cosas porque la realidad de algunos se ha normalizado pero que hay mochilas que no veas...
EliminarUn abrazo!